Comentario

Ciberayllu
23 setiembre, 2008

Sandro Chiri en el contexto de la poesía peruana escrita en los Estados Unidos

César Ferreira

 

Si hacemos un poco de memoria y revisamos por un momento la poesía escrita en español el siglo pasado, comprobaremos que durante gran parte del siglo XX los Estados Unidos, sus ciudades y sus universidades, fueron un lugar de residencia frecuente para muchos poetas españoles y latinoamericanos. Pienso, por ejemplo, en grandes poetas como Pedro Salinas, Jorge Guillén, o el recientemente fallecido Ángel González, quienes, obligados por el franquismo, hicieron de diversos lugares de Estados Unidos su segunda patria. El tema tampoco no resulta ajeno para los poetas latinoamericanos: Gabriela Mistral y Octavio Paz en la primera mitad del siglo XX y más tarde Oscar Hahn, Ida Vitale y Gonzalo Rojas, entre muchos otros, también dejaron constancia en su poesía de su experiencia norteamericana.

También son muchos los poetas peruanos que de un tiempo a esta parte han hecho de los Estados Unidos un lugar para cultivar el oficio mayor.  Pienso, por ejemplo, en el caso de Eduardo Chirinos, autor de libros como El equilibrista de Bayard Street (1998) escrito en la ciudad de New Brunswick, en el estado de Nueva Jersey, o en su poemario Escrito en Missoula (2003), producto de su viaje hasta el estado de Montana donde trabaja como profesor universitario. Tampoco olvidemos un magnífico libro de Lorenzo Helguero, Poeta en Washington D.C. (2005), que tiene como trasfondo su vida en la capital de los Estados Unidos. Y la lista podría seguir extendiéndose con nombres como los de José Antonio Mazzoti, Mariela Dreyfus, Edgar O’Hara, Róger Santiváñez y Miguel Ángel Zapata. En todo caso, gracias a estos y otros poetas, la poesía escrita en español ha construido, casi sin quererlo, un gran archivo de imágenes y vivencias en tierras norteamericanas, con múltiples retratos y destellos de ciudades y lugares que estos poetas han descubierto a lo largo de los años. Y una cosa tienen en común los poetas hasta aquí mencionados y es la siguiente: apartados de sus países de origen, todos contemplan el extraño paisaje del mundo norteamericano, un paisaje muchas veces anacrónico para ellos (demasiado salvaje o demasiado civilizado) para que luego sea la palabra poética la que se encargue de decir el resto.

El último libro de poemas de Sandro Chiri (Callao, 1958), Poemas de Filadelfia*, se inserta bien en esta tradición. CubiertaEl libro es el producto de varios años de vida en esa vieja ciudad de la costa este de los Estados Unidos, cuyo nombre da título al volumen. En tal sentido, podría decirse que Poemas de Filadelfia es una suerte de acta poética del itinerario vital de Chiri, donde sus versos muestran a un poeta intimista que, en una primera instancia, experimenta una soledad singular, producto del desarraigo y de la ausencia familiar. De esta primera faceta del libro surgen los versos más confesionales del poemario; por ello, no es de extrañar que, inmerso en esa soledad, el poeta invoque la amistad del anónimo lector, hombre o mujer por igual, en las páginas iniciales del libro para compartir su palabra. Pero luego vendrá el enfrentamiento directo con la experiencia cotidiana del exilio y sus muchos dilemas. El hablante lírico es aquí un sujeto vulnerable, cuyo encuentro con un mundo desconocido lo convierte en un ser que observa su nuevo lugar de residencia entre el asombro y el desencanto. De esa vivencia surgen versos de gran emotividad, donde el yo poético indaga sobre el espacio cultural ajeno al que no pertenece y el recuerdo del ahora lejano lugar de origen. En sus palabras se mezclan  una dolida nostalgia con confusos sentimientos de amor y desamor. Tal es el caso de uno de los poemas más logrados del libro, «A Window in Winter», algunos de cuyos versos dicen así:

Por esta ventana

he visto la lluvia y la nieve,

los hijos distantes, la cicatriz de

la envidia y, a lo lejos, una carta

de Dios por los suelos.

Desde esta ventana

la palabra Patria tiene

aroma a café tostado, a pan

caliente, a sonoro Español.

[…]

Pero que quede claro:

Por esta ventana no entra el sol

ni menos hazañas memorables,

sólo preguntas y el Pasado,

sólo tu nombre como una cicatriz en el aire.

 

En otra faceta del libro, Chiri hurga en las vidas y las voces de grandes poetas norteamericanos como Walt Whitman o Edgar Allan Poe, antes admirados desde la distancia en el Perú, y ahora vistos en sus lugares de origen. A menudo, el mito del gran artista se desvanece en los poemas para revelarnos, en cambio, su frágil humanidad. Poe, por ejemplo, es retratado de la siguiente manera:

Vivía en Spring Garden,

cerca de un bar y del tren.

Su mujer Virginia,

frágil y enferma,

su poema Annabel Lee

o sus escapadas

por Italian Market

lo hacían vulnerable

al dolor de los cuervos.

Poe en Filadelfia

—casi dormido—

fue un solitario más,

un gato herido

en la oscuridad.

En una tercera faceta del libro, el poeta es un observador de la realidad norteamericana. En «Politically incorrect», Chiri nos deja una muestra del drama humano que acarrea la guerra de Irak, a partir de la voz de Rick Alexander, ciudadano dolido que se anima a confesar su pena e indignación:

Mi nombre es Rick Alexander

y no sé por qué mi cuerpo

nacido en Georgia

flamea ahora como una bandera

a media asta.

Desde muy lejos

mi hijo Mike,

de 22 apenas,

me decía que su

pierna izquierda

se había separado

de él para siempre.

[…]

Yo, Rick Alexander,

cuyos ojos azules

hicieron delirar

a la mamá de Mike,

soy arrastrado por los

pasillos del City Hall

como un mal ejemplo

mientras una voz me ordena

Be quiet! Shut up!, Fuck off!

 

Más allá del dolor paterno que el poema ilustra con dramatismo, destaquemos la agudeza expresiva del texto. Su tono contestatario se deja sentir en medio en medio del silencio institucional contra los males de la guerra y un sistema que hace oídos sordos a la solitaria voz que se opone a su inhumana crueldad.

Poemas de Filadelfia es un libro que nos invita a pensar una y otra vez en la experiencia del exilio. De él podría decirse que no sólo es una suerte de acta poética del itinerario vital del autor, con logrados momentos de un lirismo intimista y confesional; sin embargo, en un sentido más amplio, el libro expresa una mirada entre curiosa y desmitificadora del sueño norteamericano. Ausente éste, Filadelfia es una y muchas ciudades bajo la palabra del poeta Chiri. Este es un libro lleno de espejos rotos con versos que guardan duras verdades. Dicho en pocas palabras, es un libro que muestra la mirada de quien se enfrenta por vez primera a la urbe estadounidense y sus vicisitudes. Afortunadamente, también es un libro que nos muestra la voz fraterna del poeta para sentirnos menos solos ante ese lugar de residencia obligada que es Filadelfia. Y afortunadamente, también, es un libro que hace de la poesía un ejercicio reconfortante y necesario para rescatarnos de los desamparos de la modernidad norteamericana.

* * *

 

*  Sandro Chiri. Poemas de Filadelfia / Philadelphia Poems. Lima: Alberto Chiri Editor, 2006, 80 pp. Traducciones al inglés de Raymond McConnie. Fotografías de Robert Dewey. Prólogo de Ángel Esteban.

Derechos reservados: la reproducción requiere autorización expresa y por escrito del editor y de los autores correspondientes.
© 2008, César Ferreira
Escriba al autor: CesarFerreira@ciberayllu.com
Comente en la nueva Plaza de Ciberayllu.
Escriba a la redacción de Ciberayllu

Cita bibliográfica sugerida para este documento:

Ferreira, César: «Sandro Chiri en el contexto de la poesía peruana escrita en los Estados Unidos» , en Ciberayllu [en línea]

782 / Actualizado: 23.09.2008