Literatura

Ciberayllu
23 julio, 2008

Dos poemas*

Carmen Pérez Babot

Soy bruja, no guerrera

 

Soy bruja, no guerrera

apta para acunar en mis dedos el aire

tengo tratos

con los seres del sueño.

 

El tiempo me obedece;

confiero eternidades al segundo inefable,

acelero

el amargo momento.

 

Las fuerzas primordiales me alimentan

bruja soy, discípula del fuego.

 

A lomos de alba nueva he cabalgado abismos

las montañas me han visto

convertida en gaviota.

 

Con constancia me instruyo

en la palabra arcaica, subversiva

que puede trastocar la sólida estructura

del mundo de los hombres.

 

Soy experta en lenguajes;

converso con el pez y la paloma

reconozco

los signos del silencio.

 

Mi memoria acumula las antiguas leyendas;

a mitad del crepúsculo

voy cantando la saga

de frágiles, hermosas utopías.

 

No pertenezco

a cuerpo organizado alguno:

me amenaza la hoguera.

 

Soy bruja, no guerrera;

carezco

de asentamiento fijo en donde acuartelarme

cuando llega el invierno.

 

Procuro mi sustento protegida

por la benevolencia con que pinta los árboles

la luz de las estrellas.

 

Desconozco la técnica de la lanza y la espada

soy pequeña;

mujer de viento y agua

toda  ley me es ajena.

 

El verbo pronunciado es mi única defensa

mi persona confío

a la sabiduría de los viejos hechizos.

 

Me abro paso hacia el propio corazón de la noche

desamparada, sola,

sin armas, peligrosa,

oculta en la misericordia

de la tierra.

 

Apenas sobrevivo para ser derrotada en el presente

y seguir anunciando

los siglos venideros.

Bruja soy, definitivamente, no guerrera.

Barcelona, junio 1987             



 ¿Dónde están? (Maypim Kayanku)

 

Con ceniza en el pelo

Con la ropa y el alma desgarradas

Por el dolor injusto que me quema,

Veo a la gente trajinar su camino;

Veo que  comen, cantan y festejan.

Y yo, que sólo aliento

Para cuidar tu espacio

Yo que sólo amanezco cada día

Para aguardar la hora bendita

En la que vuelvas,

Me asombro de su calma.

Cómo tan ciegos son

Que mis llagas no alteran su paisaje.

Cómo tanto dolor no resquebraja

La precaria estructura

Que sustenta sus cosas.

Cómo no se dan cuenta

Que esta mi angustia,

Puede ser su propia angustia

Porque esta tierra dura

Es mi tierra y su tierra.

 

Tengo la lengua pegada al paladar

De tanto repetir tu nombre al viento.

Mis manos envejecen tocando portones

insensibles

Que me ofrecen silencios por respuesta.

Dónde estás.  Dónde han puesto,

luz de mi vida, tu sonrisa.

Quién ha sido capaz

Quién  me castiga con tu ausencia

Como la ola que una y otra vez

Baña la playa; como resaca,

Mi esperanza terca te busca

En cada rostro, en cada dependencia.

No hay funcionario a quien

No haya hecho testigo de mi pena.

Paseo por las plazas tu recuerdo.

Con mis ganas de verte

He gastado las piedras.

He mezclado mis lágrimas

Con lágrimas ajenas

Que ahora tienen el sabor exacto

De las mías.

Herida junto a herida preguntamos:

Qué razón es más grande

Que el derecho de saber dónde está nuestra sangre.

Quién se atribuye el poder de arrancar

Las entrañas del cuerpo

Quién osa, quién se atreve

A vaciarnos las manos de ternura.

Quién nos deja sin objeto de amor.

Quién, ensuciando su propia humanidad,

Enloquecido, insiste en separarnos.

¿Dónde estás?, ¿dónde están?

Lima, 1989             

* * *

* Estos poemas son parte de un libro en preparación, cuya publicación está bajo el cuidado de Alfredo Quintanilla.

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© 2008, Marìa Babot Ancil
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Cita bibliográfica sugerida para este documento:

Pérez Babot, Carmen: «Dos poemas. Poesía» , en Ciberayllu [en línea]

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