Literatura

Ciberayllu
23 diciembre, 2007

La última tentación de Hitler

Poesía

Ernesto Carrión

i 

he aprendido que el recuerdo lo destruye todo. Un continente. Un mundo. Una nación jugaba ayer en mis manos como la cuerda de un trompo. ¿Era feliz? ¿Águila contra el hombre en el umbral de su miedo? ¿Oxígeno suficiente para llegar al abismo? Estoy seguro de que el hombre del mañana, aún desterrado del ocio, numerará sus cadáveres —uno a uno— por mera formulación estética. Pero la estética (que trabaja como recuerdo en la memoria) lo sabotea todo, desembarrado de miedo en su fanal que cruza.

 

ii

¿quién para de contar? No los que sobreviven a los horrores del hambre. No a las estepas del odio que han servido por siglos al capital del frío. ¿Cómo arrojar a la niebla esa presencia del agua y su batir  constante? Yo no paré de contar mis leprosos en la jaula de  la poesía del hacer humano. Allí donde el ojo es una lengua de arena que saliva la plata.  Yo apuñalé las costillas de este dios mentiroso, intemporal en mi carne, o su agujero. Inencontrable en la tierra, sin devoción segura.

 

iii 

ya sin saber en nosotros es menester la peste. Y el desencanto de esta es una bella ignorancia, que balbucea en las ruinas donde la  luz sella oquedades como el húsar que acaricia el piedrar del mundo. La voluntad de la idea, más que un ovillo de lana con el que juega ese gato que es la muerte, ha de ser alborozo. Zarpazo que se eleva al cielo,  despejado de manchas.

 

iv 

arriba van los cuerpos, si sobrevive la raza, arpones de medio tiempo sobre la nuca el  revólver y toda perfección tantea en las armas. La soltura de la humareda de la carne quemada, que limpia los harapos toda la tarde. Un olivo es bueno, pero mejor es un arenal que pierde su cabeza en las magulladuras del monte. Los sesos en rosa tenue que humedecen con brevedad el sueño errante. Cada colina púrpura, contra toda belleza, después de haberla cercado. Cada frontera ensillada, después de toda estampida, que ha desgarrado a sus héroes sobre las zanjas cerradas...

y así, tristísimamente, haber palpado los nervios.                           ..haber tenido al infame en las pedrezuelas, para maldita cosa.  

 

v

(rectificación)

y así, tristísimamente, haber palpado los nervios.                           ..haber tenido al lenguaje en las pedrezuelas, para maldita cosa.

 

* * *


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© 2007, Ernesto Carrión
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Cita bibliográfica sugerida para este documento:

Carrión, Ernesto: «La última tentación de Hitler. Poesía. » , en Ciberayllu [en línea]

737 / Actualizado: 23.12.2007