Literatura

Ciberayllu
27 marzo, 2008

Tres poemas a Pisco

Javier Muñoz Livio

 

I

 

El mundo se tambalea

y en mis manos el viejo futuro

es apresurarse a todo lo que precede

después de caer acoplado

en las flores que han sido hermosas

como un silencio abatido

                                         en escombros.

 

Y la mente no es un lienzo

                                           encontrado

es atravesar el trasfondo de la memoria

al tornarse ligeramente los recuerdos

en una espléndida visión del pasado.

 

Es ahí donde lo inusual sobrevive

y la náusea alimenta

sin perder demasiado el dolor agrio

en el sucio foso de la vida.

 

Y es deseo mi palabra surgida en esta mañana

en donde nada hubo de desmoronarse

sólo este poco de amor asustado misteriosamente

como estas flores que no han visto el sol

desde mi ventana.

 

No puedo ya obviar todos estos daños terribles

mi corazón ha perdido la angustia de la realidad

y los besos que fueron tan infinitos

proclaman la aflicción en las calles

furiosamente destruidas.

 

No puedo más que odiarme

y contemplar el desprecio por no tener coraje

por no tener suplicio ni testimonio

ni arrancar a la noche el rezo de la compasión.

 

Es mi ausencia una espada que busca hundirse

en lo oscuro

y así no tener moral en todo lo que no brota

para ser destruido.

 

Quisiera preguntar

por qué este ardor no sucede

solamente en el infierno

y el dolor rapaz sea el reverso

                                              de la eternidad

                                                                       en mi vida.

 

II

 

Otro mundo me esperaba

y en mis ojos un bellísimo misterio

pugnaba por brotar

eran flores trenzándose

como un paisaje tranquilamente hermoso:

gorriones saltando de la noche

                                                  llenos de vida

música enloquecida como bellos arañazos de ternura

p

  o

     e

        m

            a

                s

 

agitándose  mientras en Pisco

la pasión de amarse

emerge en la percusión de violines danzando

sobre el ligero aleteo de la lluvia

que empapa de cemento la tierra  por siempre.

 

Se abren mis labios

y la tormenta rápidamente detiene dirigiéndose al mar

la llovizna floreada de fieros besos a tu cuerpo

donde  llamea un hermoso abedul...

 

Te he visto allí

y florezco

                   en tus manos:

Una vida se abre y otra ya se cerró

                                                       brumosa.

Como quisieran devorar los gusanos

mi vida

y la vida de otras flores

sin embargo

estas palabras ( hojas afiladas)

yacen deslizándose contra el terso horror

de la desdicha.

 

III

 

Del poema anterior, adjunto estas palabras:

El mundo es lanzar lluvia sedosa

sobre tan horrible silencio y morderse

los labios es tan innecesario

como un trago de hambre detrás de los escombros.

 

Todo lo que ha sido creado saltó

como dalias en ruinas clavándose

en un tiempo irremediable

y sus gruesas huellas hundidas

son el horror afilado deslizándose

mientras yo contemplo mi carne

para acariciar la mecánica de las palabras.

 

Ahora la tranquilidad es cerrar los ojos

y escribir la historia de negarnos a morir

sujetar todas las flores y cubrir

de espasmos el contenido de la impureza

como un pueblo que ha sembrado

pétalos en tierras salvajemente temblorosas.

 

No por esto describiré el dolor

en una época en donde es cuestión de morir

la suerte de un garfio en los frágiles sueños

de un niño indefenso

ni el hombre encontrará un brazo

brotado de sus manos para apretar

el turbulento hastío de un mundo tallado

a sus espaldas.

 

* * *

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© 2008, Javier Muñoz Livio
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Cita bibliográfica sugerida para este documento:

Muñoz Livio, Javier: «Tres poemas a Pisco. Poesía» , en Ciberayllu [en línea]

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