Literatura

Ciberayllu
26 diciembre, 2008

Cuatro poemas de La musa insomne*

Lawrence Carrasco

Padres

 

Lozanía entre fulgores de amor

atraen sus rostros, miradas silbantes de regocijo

por sus hijos

desde el pueblo verde aquel,

          el amazónico,

fluyendo en aguas que proveen el sustento diario,

papayas y papagayos encienden

          sus corazones

de un latir inefable, deleitoso, proliferante

¿di, viejo?

 

El de las cejas pobladas y el bigote a lo Javier Solís,

boleros, valses y rancheras

escuecen tus pies junto a los de «muñequita»,

que rumbea un mambo que para qué te cuento,

cuñadito,

consecuencias de la carapulcra,

y el pisco, la chicha y la chela.

Sabiduría, gaya ciencia costeña

del norte peruano.

 

Pero el recuerdo despierta emociones firmes, tácitas,

          de puercoespín,

ahíto el hogar de soles rojos, naranjas,

verdes olas del mar en Pacasmayo y Chepén,

como verdes los espinosos brazos de mi cactus

y el suave caparazón de mi charapa

¿no, mamá?

 

Leonor sonríe

 

Platal de arroz con pato nutrido en buena sazón.

O cebiche de caballa ahogando su picante

en el ardor de un buen chupito de

          aguardiente de caña

o unos buenos tanganazos de chicha de jora

macerada meses con una cabeza de cordero.

 

El fogón de kerosene ya presto.

Lejos de la memoria

esa luz del candil iluminándonos sobre

          la rústica mesa de madera

mientras juegan nuestras sombras

en las paredes de adobe el oscuro juego

del destino y el desconcierto.

 

Cuac, cuac de los patos; cui, cui de los cuyes

en el corral con pozo ciego

y hamaca bien durmiente de soles

y siestas digestivas o sólo perezosas

de atención y comedimiento.

En la puerta del fondo, la que da a la acequia,

y a los cañaverales bordeados de ciruelos y mangos,

Leonor sonríe

pelo cano

y en sus ojos

negrísimos de tan claros

el cielo protector:

                                        sabiduría de vida

Abuela.

 

De noche tu estrella titila sobre mi sombra noble.

Amasada hace ya tantos años

por tu calor norteño de tierra

tu olor de mar y viento

y amor abrasador

Abuela.

 

Juanito el caminante

 

I

 

Travesuras de niño marinero

protegido del manto verde que rodea Iquitos.

Una libra peruana de oro

ciega tus pucheros imantando la lluvia

y tu mano indica la línea del río

horizonte y vapores

descomunal sierpe líquida

humedece tu calor amazónico.

Andanzas de niño marinero

abuelo,

el inmortal.

 

II

 

Canoa sobre el río, canoa sobre el río, canoa sobre el río.

Días y noches inmemoriales

agua y estrellas fugaces

máuser al hombro, Juanito,

navegas y navegas

Huallaga, Marañón, Amazonas

compras y vendes

Iquitos, Yurimaguas, Juanjuí.

En casa, Teresa y los niños

aguardan.

 

Pasan los años, y de puro cansancio,

navegas solo por el pueblo.

Clases por aquí, medidas y cortes de tela

por allá.

Maestro sastre

entallado

hilo y aguja

tu Singer pedaleas

abriendo/cerrando

surcos en tu rostro

de inmortal,

abuelo.

 

III

 

Te jubilas.

Tus ojos verdes se vuelven grises.

Lima, sin lluvia.

Unas rubias de vez en cuando

unos libros de cuando en vez.

Y en casa, como siempre,

Teresa te aguarda, Juanito,

travieso niño marinero

navegas en canoas de sueño

pedaleas y pedaleas

pendes de un hilo

máuser al hombro

Teresa te espera

una rubia más

tus ojos grises

verdes se alejan

te beso

abuelo,

el inmortal.

 

Huaino del inmigrante

 

Con el «Guanchaquito de pecho rojo»

y la «Rosa roja», del Dúo Arguedas

voy zapateando de lo lindo por las Españas

y las Europas, mamita linda.

Ya sé que aquí no hay grandes choclos

ni papa a la huancaína ni cebiche

pero qué le hacemos, también tienen sus cositas

como una buena paellita, un gazpacho bien frío

o el mero a la vizcaína que se parece mucho

al mero a lo macho

de verdad, mamita linda

y si nosotros tenemos nuestra prodigiosa Pachamanca

ellos su jamón ibérico de pata negra

una delicatessen

mamita linda

por la comida no te preocupes

hasta he subido unos kilitos

por el idioma tampoco

mamita linda

igual nos entendemos, a trompicones

pero nos entendemos

aunque al comienzo me daba mucha risa

cuando tenía que decir curro

para buscar una chambita pues

mamita linda

o aprender a decir joder

(disculpa la lisura mamita)

en vez de pucha

ordenador en vez de computadora

nevera en vez de refrigeradora

móvil en vez de celular

pero lo que sí ya me ralló ya

mamita linda

fue decir U dos

en vez de yu tu

o Ce De, De uVe De

en vez de Si Di, Di Vi Di

pero ya me estoy acostumbrando

especialmente cuando tomo mi cervecita

que aquí le dicen caña

que viene con su tapita

(no creas mamita linda que sirva para cubrir algo

sino que es una comidita que a los españoles les gusta

invitar porque dicen que el que bebe

tiene que comer. ¿Qué bacán, no?

mamita linda).

Lo malo es que si tomo muchas chelas

luego dicen que estoy pedo

(disculpa otra vez la lisura, mamita)

y eso ya no me gusta

porque, en verdad, estoy huasca

zapateando de lo lindo, con el «Dúo Arguedas»

por las Españas y las Europas

mamita linda.

 

* * *

* Poemario inédito.

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© 2008, Lawrence Carrasco
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Cita bibliográfica sugerida para este documento:

Carrasco, Lawrence: «Cuatro poemas de La musa insomne. Poesía» , en Ciberayllu [en línea]

795 / Actualizado: 25.12.2008